En la práctica educativa de los padres con sus hijos, una de las dificultades más frecuentes es la desobediencia, junto en algunos casos con la provocación. Los comportamientos negativistas, oposicionantes y desafiantes son el resultado de varios factores asociados, en los que puede intervenir la propia biología del niño y su entorno educativo.
Una de las causas más frecuentes de estas conductas es la falta de un método adecuado en el manejo del niño o del adolescente por parte de sus padres o educadores. Ante una educación sobreprotectora y en la que no interviene la educación de la capacidad de frustración surgen niños y adolescentes que no respetan las normas ni la propia autoridad de los padres.
Ahora bien, ¿podemos concluir que siempre estos trastornos del comportamiento son consecuencia de una mala educación? Evidentemente no, existen variables biológicas, desde dismadurativas hasta lesivas, que condicionan la respuesta educativa de un niño o adolescente. Estas variables biológicas pueden ser consecuencia de la propia carga genética, que va regular al desarrollo del cerebro, fundamentalmente del cortex prefrontal, principal área reguladora del control del impulso y de las funciones ejecutivas.
¿Qué son las funciones ejecutivas? Es un conjunto de habilidades que permiten la anticipación y el establecimiento de objetivos,la autorregulación de las tareas y la habilidad de llevarlas a cabo con eficiencia.El cerebro ejecutivo tiene un papel neurológico fundamental, el de “director de orquesta”.Estos niños y adolescentes con Trastorno Negativista Desafiante tienen un mal director de orquesta con lo que su “ música comportamental “ es disarmónica.
Hoy en día conocemos que la ausencia de unas adecuadas funciones ejecutivas están implicadas en el desarrollo de conductas disruptivas. Entre estas destacan la flexibilidad cognitiva (capacidad para el cambio), la memoria de trabajo, la autorregulación, la habilidad para resolver problemas gracias a la planificación y la organización y la capacidad para la inhibición de conductas. La memoria de trabajo, habilidad ejecutiva básica, es la capacidad de la persona para mantener información en su mente y operar con ella. Estos déficits de funciones ejecutivas afectan la capacidad del niño para responder de forma adaptativa al entorno ante las normas del adulto. El niño con dificultades en su memoria de trabajo tiene dificultades para valorar las consecuencias de sus comportamientos basándose en la experiencia previa. Por ello mismo no es capaz de anticiparse a las potenciales consecuencias de sus actos. Estas dificultades cognitivas del niño contribuyen en general a la aparición de múltiples comportamientos de carácter oposicionista.
Estos niños y adolescentes presentan un temperamento y unas características cognitivas que facilitan la expresión de comportamientos disruptivos al carecer del autocontrol necesario para identificar y regular sus comportamientos. En esta línea de trabajo entra en la escena clínica una categoría diagnóstica recogida en el “Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, texto Revisado (DSM-IV-TR)” de la A.P.A. como Trastorno Negativista Desafiante y en la “Décima Revisión de la Clasificación Internacional de las Enfermedades (CIE-10)” de la O.M.S., como Trastorno Disocial Desafiante y Oposicionista.
Aspectos Conceptuales
Según los criterios DSM-IV-TR la característica fundamental del Trastorno Negativista Desafiante es la presencia de un patrón recurrente de comportamiento negativista, desafiante, desobediente y hostil, dirigido a las figuras de autoridad, que persiste por lo menos durante 6 meses. Asimismo, durante este periodo es frecuente la aparición de cuatro o más de los siguientes síntomas:
- Presentar accesos de cólera (pataletas)
- Discutir con frecuencia con los adultos
- Desafiar activamente o negarse a cumplir las demandas o normas con los adultos
- Llevar a cabo actos deliberados que molestan a otras personas
- Acusar a otros de sus propios errores o problemas de comportamiento
- Sentirse fácilmente molestado por otros
- Ser rencoroso o vengativo
Estos comportamientos han de aparecer con mayor frecuencia de lo que correspondería por su edad y nivel de desarrollo y deben de causar un déficit significativo en el funcionamiento social y académico. En los casos en los que el trastorno aparezca exclusivamente en el transcurso de un trastorno psicótico o del estado de ánimo (depresión), o disocial o antisocial de la personalidad (en un adolescente mayor de 18 años) no se establece el diagnóstico. En consecuencia, el Trastorno Negativista Desafiante normalmente se diagnostica en la niñez y casi siempre antes de la adolescencia.
En el DSM-IV-TR el Trastorno Negativista Desafiante forma parte del grupo de los Trastornos por Déficit de Atención y Comportamiento Perturbador en el que, además y entre otros, se encuentra el Trastorno Disocial. Por otro lado, en la CIE-10, este trastorno denominado Trastorno Disocial Desafiante y Oposicionista, se encuentra dentro de lo que se llaman Trastornos Disociales. En este sistema de clasificación se afirma que el Trastorno Disocial Desafiante y Oposicionista viene definido por la presencia de un comportamiento marcadamente desafiante, desobediente y provocador y la ausencia de otros actos disociales o agresivos más graves que violan la ley y los derechos de los demás. A nivel clínico se utiliza más la clasificación DSM-IV-TR, que diferencia con mayor exactitud el Trastorno Negativista Desafiante del Trastorno Disocial, de mayor gravedad.
Comorbilidad (Trastornos asociados)
La comorbilidad dentro del grupo diagnóstico de los Trastornos por déficit de atención y comportamiento perturbador, es un tema muy estudiado. El Trastorno de Conducta Negativista Desafiante está muy vinculado al TDAH, últimamente los estudios más actuales nos indican que aproximadamente la mitad de los niños TDAH presentan un Trastorno Negativista Desafiante, dicho de forma contraria, el TDAH es común en niños con Trastorno Negativista Desafiante.
Este grupo comórbido (TND y TDAH) es también el que presenta mayor riesgo de desarrollar un Trastorno Disocial, sin descartar que el propia TND puede desarrollar por si mismo y a partir de la propia infancia un TD. No olvidemos tampoco que los niños o adolescentes con TD casi siempre han presentado un diagnóstico previo de TND. Finalmente tengamos presente que un subgrupo de los pacientes con TD presentará en la vida adulta un Trastorno Antisocial de la Personalidad.
Tratamiento
El planteamiento terapéutico de un niño o adolescente con Trastorno Negativista Desafiante exige una intervención multimodal, es decir: psicoeducativa (padres y maestros) psicoterapéutica (orientación cognitivo-conductual) y ocasionalmente psicofarmacológica.